Y tú, en un vago intento por pertenecer a los demás, de sutilmente lanzar piedras de ti, de desesperanzado, lanzar pedruscos, luego rocas, exprimir peras, perones, manzanas, cerezas… y hacer un zumo de tu existencia. Sin rostro arrojando miel a la cara de los que pasan. Ellos ignorantes, sordos e imperturbables. Tu, haciendo trizas tu identidad. Yo a través del espejo, invariablemente viéndote.
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